¡PADRE NO PUEDE ENTERARSE!,
Mamen Ruiz
Cuento
ejercicio (adaptación del libro para Educación Infantil)
CÓDIGOS PREVIOS A LA LECTURA DEL
LIBRO:
Cuando
la persona que lea el libro realice estos gestos el alumnado emitirá los
siguientes sonidos:
Gesto de la persona que hace la lectura
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Sonido que harán los niños y las niñas
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¡Uf!
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Dedo índice sobre los labios
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¡Guaaaaa!
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CUENTO EJERCICIO
No hace mucho y no tan lejos de aquí
en el Valle del Azahar, las ninfas Náyades, guardianas de la naturaleza y de
las aguas del río Naydés, veían asustadas como el río cada vez tenía menos y
menos agua.
Buscando y buscando soluciones
acabaron agotadas,
(Lectór/a: Tocarse la frente, simulando sudor.
Alumnado: ¡Uf!)
pero por fin una de las ninfas,
encontró una solución: Lilit, la bruja les ayudaría.
Aretusa no estaba de acuerdo, le daba miedo y si la
convertía en rata de alcantarilla, escarabajo pelotero, hormiga cabezona o vete
tú a saber en qué otra cosa…
(Podemos
dejar que el alumnado invente otros seres que no les gusten en lluvia de ideas).
Dulaida
comenzó a prepararse para el camino y echó en la mochila todo lo que
necesitaba. Aretusa la miró y se burló de ella:
—¿Para qué va a querer una bruja miel, pan y manzanas?
¿Vamos a perdirle ayuda o a merendar con ella? ¡Quizás seamos nosotras su
merienda! —gritó muy muy muy asustada.
(Lector/a:
Hacer gestos con las manos de llorar. Alumnado: ¡Guaaaa!)
(Lector/a: Dedo índice sobre los labios.
Alumnado: ¡Ssssss!)
—¡No digas tonterías! —la regañó—. ¡Sabes que es una
bruja buena y siempre, siempre, siempre —subió el tono— nos ayuda! Y ahora
concéntrate porque para llegar a su casa tendremos que recorrer el bosque y
puede ser un lugar peligroso; tenemos que estar preparadas.
Empezaron el camino, después de más de una o dos o
quizás veinte horas andando, ¿quién sabe? Las ninfas estaban agotadas.
Dulaida se paró en mitad del camino y miró a un lado y
a otro varias veces (hacemos este gesto repetidas veces con cara de sospecha) Allí
había algo.
Dulaida sacó un tirachinas y empezó a lanzar trozos de
pan y manzanas. Una bandada de pájaros con cara de pocos amigos y amigas
salieron de sus escondrijos y comenzaron a comerse la comida. Y ellas
aprovecharon para correr correr hasta encontrarse a salvo.
Mientras Aretusa se sujetaba el costado agotada por la
carrera, Dulaida comenzó a coger flores por el camino canturreando la canción
de la bicicleta (de Shakira y Carlos Vives).
A tu manera,
despelucado
en una bici que te
lleve a todos lados.
Un vallenato
desesperado
Una cartica que yo
guardo donde te escribí.
Que te sueño y que
te quiero tanto
Que hace rato está
mi corazón
latiendo por ti,
latiendo por ti (…)
Cuando
Aretusa se recuperó del carrerón continuaron el camino. Comenzaron a subir una
montaña estrecha. Dulaida escuchó ruidos, miró por todas partes (hacemos el
gesto de mirar por todas partes) buscando el origen de los ruidos. ¿Quién había
allí?
Prestó atención y vio la sombra de unas cabras
montesas detrás de una de las rocas.
¿Qué podía hacer ahora? Dulaida recordó las flores que habían estado
recogiendo y las tiró lejos para mantenerlas entretenidas mientras subían la
montaña. Cuando llegaron a la cima corrieron y corrieron sin mirar atrás. Una
vez más, habían estado demasiado cerca del peligro.
El camino les llevó al borde de la cueva que llevaba a
casa de la bruja Lilit. Dulaida apreció en el suelo pisada de una pareja de
osos salvajes. Tenían que cruzar de rápido la cueva para evitar encontrarse con
ellos. Sin embargo, ambas escucharon el crujido de unas ramas al partirse,
miraron hacia atrás y….
Allí estaban la pareja de osos. Dulaida silbó y un oso
más grande, su amigo Pedrín, salió a espantar a la pareja de osos. Gruñó
repetidas veces y se puso de pie sobre sus patas traseras. Los otros osos
asustados salieron corriendo.
(Lectór/a:
Tocarse la frente, simulando sudor. Alumnado: ¡Uf!)
Pedrín les llevó a la cueva y les mostró unas piedras,
que había estado recogiendo en el río, para que se las llevaran como regalo a
la bruja Lilit.
Aretusa se quedó boquiabierta (abrir la boca) con la
casa de la bruja, por fuera era una choza fea que parecía que se acabaría
cayendo en pedazos en cualquier momento, pero por dentro era más amplia de lo
que esperaba, estaba limpia y muy ordenada.
(Lector/a:
Poner las dos manos alrededor de la boca como si fuéramos a gritar. Alumnado:
¡Oooooooh! )
La
bruja Lilit era muy guapa e iba con un vestido negro. Aretusa buscó la escoba,
y el caldero, todo el mundo sabe que las brujas tienen una escoba y un caldero;
pero no lo encontró por ninguna parte.
—Señora bruja —dijo Dulaida—,
queríamos solicitar su ayuda. Como sabe, nuestro río se está quedando sin agua
y necesitamos alguna solución, porque si no el valle y los animales que viven
en él desaparecerán.
(Lector/a:
Poner las dos manos alrededor de la boca como si fuéramos a gritar. Alumnado:
¡Oooooooh!)
Lilit contempló la mochila de
Dulaida. Era de muy mala educación presentarse en la casa de una bruja, sin
avisar, para pedirle ayuda y no llevar un pequeño regalo como muestra de
amistad. La bruja podría enfadarse y…
(Lector/a.Agitar
la mano en el aire. Alumnado: ¡uyuyuyu- yuiii!)
Dulaida recordó las piedras de su
amigo Pedrín y se las entregó a la bruja Lilit.
Ella sonrió encantada con las piedras, sabía que
Pedrín las había recogido él mismo del rio. Abandonó el salón unos minutos y
regresó con unos papeles que entregó a Dulaida.
—Esos papeles son los documentos que
os permitirán poder excavar en el río hasta llegar al manatial de agua que hay
debajo… Así el río recuperará el agua. Teneís que tener cuidado es peligroso.
Aretusa la miró molesta. Ellas eran
ninfas del agua, eran grandes nadadoras y buceadoras. Sería pan comido para
ellas. Sin embargo, contestó:
—¿No piensas darnos una poción hecha
con tu caldero para ir más rápido?
—¡No! —negó la bruja—. ¡Ya no se
lleva el caldero, ahora las brujas usamos oya exprés, es más rápida! —dijo con
retintín.
Dulaida
cogió a Aretusa del brazo y se despidieron. Era mejor no estropear las cosas.
Ahora que tenían la solución entre las manos; con aquellos papeles pronto el
río volveria a tener agua de nuevo.
El
trabajo para extraer el manantial del río fue mucho más duro de lo que
esperaban las ninfas; pero cuando terminaron las obras planearon una gran
fiesta para celebrar que el río volvía a tener agua, mucha, mucha agua.
Decidieron invitar a Lilit para agradecerle la ayuda, y ella aceptó encantada.
Y sin más dilación la fiesta comenzó.